Y debería dormir y levantarse. - Así fue en la historia del mundo. Los hombres no conocían la grandeza de la nueva fuerza que había entrado en acción. Los filósofos y los estadistas lo ignoraron. Incluso los mismos predicadores de la nueva fe, los “sembradores” de la parábola, apenas eran conscientes de la enorme revolución que estaban realizando. Así ocurre en la vida individual. La palabra aparentemente casual, la nueva verdad que destella en el alma como una revelación, las viejas palabras ahora por primera vez aprehendidas en su verdadera fuerza, estas resultan ser las semillas de un nuevo crecimiento en el alma.

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