Peter lo siguió de lejos. - Encontramos en la narración de San Juan, aquí la más completa, que fue a través de él que Pedro encontró la admisión. Se sentó en el “atrio” “con los sirvientes” (mejor, los oficiales, como en Juan 18:18 ) y los esclavos, quienes, en el frío de la madrugada, habían encendido un fuego de carbón. Las esclavas que actuaban como porteros iban y venían. El aire frío de la noche se había apoderado del discípulo, y él también, cansado y helado, se acercó al fuego y se calentó.

Para ver el final. - Hay algo singularmente sugerente en este relato del motivo de Pedro. Podemos creer que fue más que una vaga curiosidad. Había algo de angustia dolorosa, de dolor reverencial, pero no había devoción ferviente, no había oración por él o por su Maestro, sólo la inquietud febril de la expectativa incierta, y así toda la inestabilidad natural de su carácter tenía juego libre, sin nada que hacer. controlarlo.

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