(6-11) Descripción adicional de este proceso. La unión del cristiano con Cristo crucificado lo obliga también a crucificar o mortificar (ascéticamente) los deseos pecaminosos de su cuerpo. Así se libera del dominio de esos deseos. Pero esto no es todo. Así como Cristo pasó de la cruz a la resurrección y venció la muerte de una vez por todas, cambiando por ella una vida totalmente dependiente de Dios; así, también, sus seguidores deben considerarse separados irrevocablemente - como por la muerte misma - del pecado, y viviendo con una nueva vida dedicada y consagrada a Dios, a través de su participación en la muerte y vida de Jesucristo su Señor.

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