Aquí el salmista vuelve a su pensamiento inicial, pero nos deja ver más profundamente en su corazón. No era una mera fantasía que si daba rienda suelta a sus sentimientos, los malvados podrían encontrar motivo de reproche; la causa estaba en su propia conciencia de transgresión.

El oprobio de los necios. - Mejor, el desprecio del necio. (Comp. Salmo 22:6 )

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