verso 1 Timoteo 4:2Hablar de mentiras con hipocresía... Personas que pretendían, no sólo la inspiración divina, sino también grados extraordinarios de santidad, abnegación, mortificación, etc., para acreditar las mentiras y falsas doctrinas que enseñaban. Se inventaron multitud de mentiras sobre los milagros realizados por las reliquias de los santos difuntos, como se les llamaba. Porque, incluso en este país, Tomás de Becket fue considerado un santo, sus reliquias obraron numerosos milagros y su tumba fue frecuentada por multitudes de peregrinos. Sin embargo, como ahora no hace ninguno, podemos estar seguros de que nunca hizo ninguno. En 1305, el rey Eduardo I fue convencido por su clero para que escribiera al papa Clemente V. In tantum, dice el rey, quod ipsius meritis et intercessionibus gloriosis, lumen caecis, surdis auditus, verbum mutis, et gressus claudis, et alia pleraque beneficia ipsius patrocinium implorantibus, caelesti dextra conferuntur. "De tal manera que, por sus gloriosos méritos e intercesiones, los ciegos reciben la vista, los sordos oyen, los mudos hablan y los cojos caminan; y otros muchos beneficios son conferidos por la diestra del Ser Divino a los que imploran su patrocinio". Y por ello ruega que este obispo muerto sea añadido al calendario, "para que él y su reino puedan gozar de sus sufragios y merecer su patrocinio en el cielo, quienes tuvieron el beneficio de su conversación en la tierra." Nos attendentes, per Dei gratiam, fideles in Christo, nosque praecipue, et populum regni nostri, ejus posse suffragiis adjuvari, ut, quem familiarem habuimus in terris, mereamur habere patronum in caelis. Foedera, vol. i., p. 976. Edit. 1816.

Llevan las marcas de su hipocresía tan evidente e indeleblemente en su conciencia a los ojos de Dios, como los que han sido cauterizados por sus crímenes lo hacen en sus cuerpos a los ojos de los hombres. Era costumbre en la antigüedad marcar con un hierro candente a quienes habían sido culpables de grandes crímenes, como el sacrilegio, etc. Y los paganos suponían que incluso en el otro mundo llevaban tales marcas y por ellas los jueces infernales conocían el quantum de sus vicios, y designaban los grados de su castigo. Hay un dicho muy parecido al del apóstol en la invectiva de Claudiano contra Rufino, a quien supone que se dirigió así Rhadamanthus, uno de los jueces infernales:-

¿Quid demens manifesta negas? En pectus INUSTAE

Deformant MACULAE! vitiisque inolevit imago,

Nec sese commissa tegunt.

"Necio, ¿por qué niegas lo que es tan manifiesto?

Contempla las profundas marcas que deforman tu conciencia;

la apariencia de ellas ha crecido con tus vicios;

ni los crímenes que has cometido

esconderse".

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