verso 2 Corintios 3:5 _ No es que seamos suficientes por nosotros mismos... No nos arrogamos ningún poder para iluminar la mente o cambiar el corazón, sólo somos instrumentos en la mano de Dios. Tampoco era posible que nosotros, los apóstoles, pensáramos o inventáramos un esquema de salvación como el del Evangelio; y si incluso hubiéramos estado a la altura de la invención, ¿cómo podríamos haber cumplido promesas como las que abundan en este esquema de salvación? Sólo Dios puede cumplir estas promesas, y sólo cumple las que él mismo hace. Todas estas promesas han sido amparadas y cumplidas para vosotros que habéis creído en Cristo Jesús según nuestra predicación; por tanto, sois hechura de Dios y sólo por la suficiencia de Dios hemos podido hacer algo. Creo que esto es lo que el apóstol quiere decir en este lugar, y que habla aquí simplemente del esquema evangélico, y de la incapacidad de la sabiduría humana para inventarlo; y las palabras λογισασθαι τι, que traducimos como pensar cualquier cosa, significan, propiamente, averiguar cualquier cosa por medio del razonamiento; y como el esquema evangélico de la salvación es el tema en cuestión, a ese tema se deben referir y limitar las palabras. Las palabras, sin embargo, contienen también una verdad general: no podemos pensar, actuar ni ser sin Dios. De él hemos recibido todas nuestras facultades, tanto del cuerpo como de la mente, y sin él no podemos hacer nada. Pero podemos abusar tanto de nuestro poder de pensar como de actuar; porque el poder de pensar y el poder de actuar son muy diferentes del acto de pensar y del acto de hacer. Dios nos da el poder o la capacidad de pensar y actuar, pero no piensa ni actúa por nosotros. Por eso podemos abusar de nuestras facultades, pensar mal y actuar con maldad; y por eso somos responsables de nuestros pensamientos, palabras y actos.

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