CAPÍTULO XI

Este capítulo da una explicación más particular de los

acontecimientos predichos en el capítulo octavo. El profeta

había predicho la partición del reino de Alejandro en cuatro

partes. Dos de ellas, en las que se incluían Egipto y Siria,

la una al norte, la otra al sur, con respecto a

Judea, parecen ocupar la atención principal del profeta,

ya que su pueblo estaba particularmente afectado por su destino,

en los que se hallaba y se halla disperso el mayor numero de judios.

Judíos estaban, y aún están, dispersos. De estos países

de los que trata (según la opinión de los expositores más

 ilustrados) hasta la conquista de Macedonia, 3836 d.C., 168 a.C.,

cuando empieza a hablar de los romanos, 1-30;

y luego de la Iglesia bajo ese poder, 31-35.

Esto le lleva a hablar del Anticristo, que había de surgir en

ese territorio, 36-39;

y de aquellos poderes que en el TIEMPO del fin, o en los

últimos días de la monarquía romana (como generalmente 

se entiende este término), iban a empujarla y a derrocar a 

muchos países, 40-43.

Por el rey del SUR, en el versículo cuadragésimo, el dominio

de los sarracenos, o árabes, se supone que se refiere, que

fue una plaga muy grande para el imperio romano en el este,

y tambien a varios paises papisticos, por el espacio de 

ciento cincuenta años, es decir, desde el año 612 d.C., cuando Mahoma y 

sus seguidores comenzaron sus depredaciones, hasta el 762 d.C., cuando

Bagdad, se convirti[ó en capital de los califas de la casa de Abbas,

a partir de cuya época los sarracenos se asentaron más.

En el mismo versículo, el profeta se refiere al rey de la NORTE,

algunos suponen que el profeta se refiere al gran azote de la 

cristiandad oriental, el imperio otomano o de Othman, por el cual,

tras unos ciento cincuenta años de hostilidades casi ininterrumpidas,

el imperio romano en el este fue completamente destruido 

en 1453. El capítulo concluye con una predicción

del derrocamiento final de este poder del norte, y de la

manera en que se llevará a cabo este gran acontecimiento, 44, 45.

Pero debe observarse que, a pesar de las observaciones muy

eruditas del Obispo Newton y otros sobre este capítulo, su 

esquema de interpretación presenta dificultades muy grandes 

e insuperables, entre las cuales está el detalle de los 

acontecimientos en las historias de Siria y Egipto,

que comprenden un periodo de menos de doscientos años, y 

de los tiempos anticristianos, y de duracion mucho mas larga, que se

pasan por alto con una brevedad inexplicable.

En todos estos temas, sin embargo, el lector

juzgue por sí mismo. Véanse las notas.

 

NOTAS SOBRE EL CAP. XI

Versículo Daniel 11:1 . En el primer año de Darío el Medo. Esta es una continuación del discurso anterior. Bp. Newton, que es siempre juicioso e instructivo, observa: Es el método usual del Espíritu Santo hacer que las últimas profecías expliquen las primeras; y así la revelación "es una luz resplandeciente, que brilla más y más hasta el día perfecto". Los cuatro grandes imperios mostrados a Nabucodonosor, bajo el símbolo de una gran imagen, fueron de nuevo más particularmente representados a Daniel bajo las formas de cuatro grandes bestias salvajes. Del mismo modo, los acontecimientos memorables que le fueron revelados a Daniel en la visión del carnero y del macho cabrío, le son revelados aquí más claramente en esta última visión de un ángel; de modo que no es impropio decir que esta última profecía es un comentario de la primera. Abarca muchos acontecimientos señalados. Los tipos, figuras y símbolos de las cosas no se exhiben en ésta, como en la mayoría de las otras visiones, y luego son expuestos por el ángel; sino que el ángel lo relata todo: y, no por medio de una visión, sino por narración, informa a Daniel de lo que se señala en la Escritura de la verdad, Daniel 10:21 .

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