Verso 18. Que pueda comprender con todos los santos... ινα εξισχυσητε καταλαβεσθαι. Estas palabras son tan sumamente nerviosas y llenas de significado, que es casi imposible traducirlas. La primera palabra, εξισχυσητε, de εξ, intenso, y ισχυω, ser fuerte, significa que podrían ser completamente capaces, por haber sido fortalecidos con fuerza, por el poder de Dios. La segunda palabra καταλαβεσθαι, de κατα, intensivo, y λαμβανω, tomar, coger o asir, puede traducirse como que podáis coger, asimilar y comprender plenamente este maravilloso misterio de Dios. La mente debe ser apta, y el alma vigorizada, para tomar y comprender estos misterios.

Cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura... Aquí el apóstol sigue manteniendo la metáfora, comparando la Iglesia de Dios con un edificio; y como, para levantar un edificio adecuado, formado sobre principios científicos, hay que hacer previamente un plano y una especificación, según los cuales ha de construirse el edificio, el apóstol se refiere a esto; porque esto debe entenderse completamente, sin lo cual el edificio no podría formarse. Debían ser edificados como una casa celestial, una morada de Dios por medio del Espíritu; y esto debe tener su latitud o anchura, su longitud o largo, su altitud o altura, y su profundidad o hondura.

Algunos suponen que el apóstol alude aquí al famoso templo de Diana en Éfeso, que, como ya he tenido ocasión de comentar, tenía fama de ser una de las maravillas del mundo, con una longitud de 425 pies y una anchura de 220; estaba sostenido por 127 pilares de 60 pies de altura cada uno; se construyó a expensas de toda Asia, y tardó 220 años en terminarse. Sin embargo, no puedo permitir esta alusión mientras el apóstol tenía a mano un modelo más noble y más digno de ser comparado. El templo de Jerusalén era el único que él tenía en mente; ese era el único que podía ser comparado aquí; porque ese fue construido para ser una morada de Dios; esa era su casa, y ese el lugar de su descanso: así el templo cristiano, y el corazón creyente, han de ser la constante, la interminable residencia de Dios; y ¡cuán augusto ha de ser ese edificio en el que mora la Trinidad eterna!

Pero, ¿qué puede querer decir el apóstol con la amplitud, longitud, profundidad y altura del amor de Dios? La imaginación apenas puede dar una respuesta satisfactoria a esta pregunta. Se trata de la eternidad de Dios. DIOS es AMOR; y en eso se incluye una infinidad de anchura, longitud, profundidad y altura; o más bien toda la anchura, longitud, profundidad y altura se pierden en esta inmensidad. Comprende todo lo que está arriba, todo lo que está abajo, todo lo que está pasado y todo lo que está por venir. En lo que se refiere a los seres humanos, el amor de Dios, en su ANCHURA, es un cinturón que abarca el globo terráqueo; su LONGITUD llega desde el propósito eterno de la misión de Cristo, hasta la eternidad de la bienaventuranza que se ha de gastar en sus inefables glorias; su PROFUNDIDAD llega hasta la más baja caída de los hijos de Adán, y hasta la más profunda depravación del corazón humano; y su ALTURA hasta las infinitas dignidades del trono de Cristo. Al que venza le daré que se siente conmigo en mi trono, como yo he vencido y me he sentado con el Padre en su trono. Así vemos que el Padre, el Hijo, y todos los verdaderos creyentes en él, van a estar sentados en el mismo trono. Esta es la altura del amor de Dios, y la altura a la que ese amor eleva a las almas que creen en Cristo Jesús.
 

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