Versículo 17. Tomad el yelmo de la salvación... O, como se expresa,  1 Tesalonicenses 5:8, Y por yelmo, la esperanza de salvación. Ya se ha observado, en la descripción de la armadura griega, que en la cresta y otras partes del casco había una gran variedad de figuras emblemáticas, y que es muy probable que el apóstol se refiera a cascos que tenían en ellos una representación emblemática de la esperanza; es decir, que la persona que lo llevara estaría a salvo, que sería próspera en todos sus compromisos, y que siempre escaparía a salvo de la batalla. Así, la esperanza de vencer a todo adversario y superar toda dificultad, por medio de la sangre del Cordero, es como un casco que protege la cabeza; uno impenetrable, que el golpe del hacha de guerra no puede hendir. La esperanza de seguridad y protección continuas, construida sobre las promesas de Dios, a las que el seguidor recto de Cristo siente que tiene un derecho divino, protege el entendimiento de ser oscurecido, y el juicio de ser confundido por cualquier tentación de Satanás, o argumentos sutiles de los impíos sofísticos. El que lleva a Cristo en su corazón no puede ser engañado en la esperanza de su cielo,

La espada del Espíritu... Véase lo dicho antes sobre ξιφος y μαχαιρα, en el relato de la armadura griega  (Efesios 6:13 (nota)). La espada de la que habla San Pablo es, según explica, la palabra de Dios; es decir, la revelación que Dios ha dado de sí mismo, o lo que llamamos las Sagradas Escrituras. Esta se llama espada del Espíritu, porque viene del Espíritu Santo, y recibe su cumplimiento en el alma a través de la operación del Espíritu Santo. La capacidad de citarla en ocasiones apropiadas, y especialmente en tiempos de tentación y prueba, tiene una maravillosa tendencia a cortar en pedazos las asechanzas del adversario. Un cristiano genuino puede tener una confianza ilimitada en la palabra de Dios, y puede utilizarla con el mayor efecto para cualquier propósito al que sea aplicable. El escudo, la fe y la espada -la palabra de Dios, o la fe en la palabra inmutable de Dios- son la principal armadura del alma. Aquel en quien la palabra de Dios habita ricamente, y que tiene esa fe por la que sabe que tiene redención, incluso el perdón de los pecados, no necesita temer el poder de ningún adversario. Se mantiene firme en la libertad con la que Cristo le ha hecho libre. Algunos suponen que του πνευματος, del Espíritu, debe entenderse de nuestro propio espíritu o alma; siendo la palabra de Dios la espada propia del alma, o esa arma ofensiva la única que el alma usa. Pero aunque es cierto que toda alma cristiana tiene esto por espada, sin embargo el primer significado es el más probable.

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