Verso Éxodo 20:3. No tendrás dioses ajenos delante de mí...  

אלהים אחרים elohim acherim, no hay dioses extraños, ninguno que no conozcas, ninguno que no te haya dado pruebas de su poder y divinidad como las que hice yo al librarte de los egipcios, dividir el mar Rojo, sacar agua de la roca, codornices en el desierto, maná del cielo para alimentarte, y la columna de nube para dirigirte, iluminarte y protegerte. Por estos milagros Dios se les había hecho familiar, ellos estaban íntimamente familiarizados con la obra de sus manos; y por eso dice con gran propiedad: No tendrás dioses extraños delante de mí; על פני al panai, antes o en el lugar de esas manifestaciones que he hecho de mí mismo.

Este mandamiento prohíbe toda especie de idolatría mental y todo apego desordenado a las cosas terrenales y sensibles. Como Dios es la fuente de la felicidad, y ninguna criatura inteligente puede ser feliz sino a través de él, quien busca la felicidad en la criatura es necesariamente un idólatra; como pone a la criatura en el lugar del Creador, esperando eso de la satisfacción de sus pasiones, en el uso o abuso de las cosas terrenales, que se encuentra solo en Dios. El primer mandamiento de toda la serie está divinamente calculado para prevenir la miseria del hombre y promover su felicidad, sacándolo de toda dependencia falsa y llevándolo a Dios mismo, la fuente de todo bien.

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