Prefacio al libro del Éxodo
El nombre con el que se distingue generalmente este libro se toma prestado de la Septuaginta, en la que se llama εξοδος, Éxodo, la salida o partida; y por el Codex Alexandrinus, εξοδος αιγιπτου, la salida de Egipto, porque la salida de los israelitas de Egipto es el hecho más notable mencionado en todo el libro. En las Biblias hebreas se llama ואלה שמות Ve-Elleh Shemoth, estos son los nombres, que son las palabras con las que comienza. Contiene una historia de lo ocurrido en 145 años, comenzando con la muerte de José, donde termina el libro de Génesis, hasta la construcción del tabernáculo en el desierto al pie del monte Sinaí.
En este libro, Moisés detalla las causas y los motivos de la persecución levantada contra los israelitas en Egipto, las órdenes dadas por el faraón de destruir a todos los niños varones hebreos y la prevención de la ejecución de esas órdenes a través de la humanidad y la piedad de las parteras, designado para liberar a las mujeres hebreas. A continuación se relata el matrimonio de Amram y Jocabed; el nacimiento de Moisés; la forma en que fue expuesto en el río Nilo, y en la que fue descubierto por la hija del faraón; haber sido puesto providencialmente al cuidado de su propia madre para ser amamantado y educado como el hijo de la princesa egipcia; cómo, a los cuarenta años, salió de la corte, visitó y defendió a sus hermanos; el peligro al que estaba expuesto en consecuencia; su huida a Arabia; su contrato con Jetro, sacerdote o príncipe de Madián,con cuya hija Séfora se desposó posteriormente. Mientras estaba ocupado en cuidar los rebaños de su suegro, Dios se le apareció en una zarza ardiente y lo comisionó para que fuera y librara a sus compatriotas de la opresión bajo la cual gemían. Habiéndole dado las garantías más positivas de protección y poder para obrar milagros, y habiéndose asociado con él su hermano Aarón, los envió primero a los israelitas para declarar el propósito de Jehová, y luego al Faraón para que requiriera en el nombre del Altísimo, la liberación de los israelitas. Faraón, lejos de someterse, agravó su yugo; y Moisés, en una segunda entrevista con él, para convencerlo por cuya autoridad hizo la demanda, obró un milagro ante él y sus cortesanos. Siendo esto en cierto modo imitado por los magos de Faraón, endureció su corazón y se negó a dejar ir al pueblo, hasta que Dios, por diez plagas extraordinarias, lo convenció de su omnipotencia y lo obligó a despedir a un pueblo sobre cuyas personas y propiedades había reclamado y ejercido un derecho fundado únicamente en los principios más tiránicos.
Las plagas por las cuales Dios afligió a toda la tierra de Egipto, excepto Gosén, donde habitaban los israelitas, fueron las siguientes:
1. Convirtió en sangre todas las aguas de Egipto.
2. Hizo que innumerables ranas recorrieran toda la tierra.
3. Él afligió a hombres y animales con inmensos enjambres de alimañas.
4. Luego con multitud de diferentes tipos de insectos.
5. Envió una terrible pestilencia entre su ganado.
6. Golpea a hombres y bestias con furúnculos.
7. Destruyó sus cosechas con graves tormentas de granizo, acompañadas de los más terribles truenos y relámpagos.
8. Desolada toda la tierra por innumerables enjambres de langostas.
9. Extendió una oscuridad palpable por todo Egipto; y,
10. En una noche mató a todos los primogénitos, tanto de hombre como de bestia, por todo el territorio egipcio.
Lo que probó la naturaleza milagrosa de todas estas plagas más particularmente fue: 1ro, su llegada exactamente de acuerdo con la predicción y por orden de Moisés y Aarón. 2o, Su extensión solo a los egipcios, y dejando la tierra de Gosén, los israelitas, su ganado y sus bienes, completamente intactos. Después de relatar todas estas cosas en detalle, con sus circunstancias concomitantes, Moisés describe la institución, la razón y la celebración de la pascua; la preparación de los israelitas para su partida; salieron de Gosén y comenzaron su viaje a la tierra prometida, por el camino de Ramsés, Sucot y Etham. Cómo el faraón, arrepentido del permiso que les había dado para partir, comenzó a perseguirlos con un inmenso ejército de caballos y a pie, y los alcanzó en su campamento en Baal-zefón, en las fronteras del Mar Rojo. Su destrucción parecía entonces inevitable. Moisés relata además que, habiendo invocado fervientemente a Dios y extendido su vara sobre las aguas, se dividieron, y los israelitas entraron en medio del mar y pasaron a la orilla opuesta. El faraón y su hueste persiguieron locamente por el mismo camino, y la retaguardia de su ejército estaba en la entrada cuando el último de los israelitas había aterrizado en la costa opuesta. Moisés extendió su vara de nuevo sobre las aguas, y estas regresaron a su cauce anterior, derrotando al ejército egipcio, de modo que todas las personas perecieron.
Luego, Moisés da un relato circunstancial de los diferentes campamentos de los israelitas en el desierto, durante el espacio de casi cuarenta años: los milagros obraron en su favor; el principal de los cuales era la columna de nube de día, y la columna de fuego de noche, para dirigirlos y protegerlos en el desierto; sacar agua de una roca para ellos y su ganado; alimentándolos con maná del cielo; trayendo innumerables bandadas de codornices a su campamento; dándoles una victoria completa sobre los amalecitas por intercesión de Moisés; y particularmente la asombrosa manifestación de Dios de sí mismo en el monte Sinaí, cuando le entregó a Moisés un epítome de toda su ley, en lo que se llamó las Diez Palabras o Diez Mandamientos.
Moisés procede a dar un detalle circunstancial de las diferentes leyes, estatutos y ordenanzas que recibió de Dios, y particularmente la entrega de los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí, y la terrible exhibición de la Divina Majestad en esa solemne ocasión; la elaboración del Arca, Mesa sagrada y Candelero; el Tabernáculo, con sus muebles, cubiertas, atrios, el Altar de bronce, el Altar de oro, la Fuente de bronce, el aceite de la unción, el perfume, las vestiduras sacerdotales para Aarón y sus hijos, y los artífices empleados en la obra del Tabernáculo, etc. Luego da un relato de la idolatría de Israel en el asunto del becerro de oro, hecho bajo la dirección de Aarón; El disgusto de Dios y la muerte de los principales idólatras; la erección y consagración del Tabernáculo, la forma como es envuelto con la gloria Divina, y el orden y la manera de sus marchas por la dirección divina.; con el que concluye el libro.