Versículo 17. De ahora en adelante, que nadie me moleste... Poned fin a vuestras disputas entre vosotros; volved a la pura doctrina del Evangelio; abandonad a los que os extravían; separad de la Iglesia a los que la corrompen y la perturban; y no me entristezcáis más con vuestras desviaciones de la verdad.

Llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús... Los στιγματα, estigmas, de los que habla aquí el apóstol, pueden entenderse como implicando las cicatrices de las heridas que había recibido en el trabajo del ministerio; y que tenía tales cicatrices, bien podemos concebirlo, cuando sabemos que había sido azotado, apedreado y maltratado de diversas maneras. El escritor podría mostrar tales cicatrices él mismo, recibidas de la misma manera. O bien, el apóstol puede aludir a los estigmas o marcas con las que a menudo se imprimía a los siervos y esclavos, para saber de quién eran. Un siervo birmano tiene a menudo marcas indelebles en sus muslos y en otras partes, que determinan a qué servicio pertenece. "No me molestes; llevo las marcas de mi Señor y Maestro, Jesús; soy suyo y lo seguiré siendo. Vosotros os gloriáis en vuestra marca de la circuncisión; yo me glorío en las marcas que llevo en mi cuerpo por el testimonio del Señor; soy un cristiano abierto y profeso, y he dado plena prueba de mi adhesión a la causa del cristianismo".

El primer sentido parece ser el mejor: "Ya he sufrido bastante; sigo sufriendo; no añadas más a mis aflicciones".

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