Verso Hechos 12:21. En un día determinado...  Un día en el que se exhibían juegos, c., en honor del emperador romano. A qué se refiere esto, lo aprendemos de Josefo. "Herodes, después de haber reinado tres años sobre TODA Judea, (había reinado sobre la tetrarquía de su hermano Filipo cuatro años antes de esto,) bajó a Cesarea, y allí exhibió espectáculos y juegos en honor de Claudio, e hizo votos por su salud. El segundo día de estos espectáculos, se vistió con un traje hecho completamente de plata y de una contextura verdaderamente maravillosa, y entró en el teatro a primera hora de la mañana, momento en el que la plata de su traje, al ser iluminada por el primer reflejo de los rayos del sol, brilló de manera sorprendente, y fue tan resplandeciente que sembró el horror en aquellos que lo miraban atentamente, y en seguida sus aduladores gritaron, uno desde un lugar y otro desde otro, 'Es un dios': ' y añadieron: 'Sé misericordioso con nosotros, pues aunque hasta ahora sólo te hemos reverenciado como hombre, a partir de ahora te consideraremos superior a la naturaleza mortal. ' El rey no los reprendió ni rechazó sus impías lisonjas. Pero, al levantar la vista, vio un búho en una cuerda sobre su cabeza, e inmediatamente concibió que este pájaro era para él un mensajero de malas noticias; y cayó en la más profunda tristeza; también le sobrevino un fuerte dolor en las entrañas, y murió después de cinco días de grave enfermedad." Este es el resumen del relato dado por Josefo, Ant. lib. xix. cap. 8, sec. 2. A pesar de los adornos del historiador judío, coincide sorprendentemente con el relato de San Lucas. Es cierto que Josefo suprime algunas circunstancias que habrían sido deshonrosas para este rey impío; y, según su manera, pone en boca de Herodes un discurso, cuando se encontró con la muerte, expresivo de mucha humildad y contrición. Pero este discurso no tiene ninguna autoridad. Cuando Josefo retoma y sigue el hilo de la mera narración histórica, se puede confiar en él; pero cuando empieza a embellecer o a poner discursos en boca de sus actores, ya no se le puede dar crédito. Incluso aquí transforma a un ángel del Señor en un búho, y lo introduce de la manera más improbable en su narración; ¡como si un búho, un pájaro de todos los que menos pueden soportar la luz, viniera a posarse en el pabellón del rey, cuando el sol brillaba con los rayos más resplandecientes!

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