Versículo 42. El consejo de los soldados era matar a los prisioneros... ¡Qué villanos tan sanguinarios y cobardes debían ser estos! Aunque, por la providencia de Dios, esos pobres hombres habían escapado de una tumba acuática, y habían soportado toda la ansiedad y las angustias de este desastroso viaje, así como los demás, ahora que hay una probabilidad de que todos los que puedan nadar lleguen a tierra, no sea que estos naden hasta la orilla, y así escapen, esos hombres, cuyo negocio era la sangre humana, deseaban que fueran masacrados. No tenemos muchos rasgos en las historias de las naciones más bárbaras que puedan ser una contrapartida adecuada a esta quintaesencia de la crueldad humano-diabólica.

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