Versículo Jeremias 18:2 . Desciende a la casa del alfarero. Por esta semejanza Dios muestra el estado absoluto de dependencia de sí mismo en que ha colocado a la humanidad. Son como el barro en las manos del alfarero; y en lo que se refiere a todo lo de aquí abajo, él puede modelar sus destinos como le plazca. Además, aunque estén bajo el cuidado providencial de Dios, pueden descarriarse moralmente y pervertirse, pueden ser recuperados por el todopoderoso y omnisapiente Operador, y convertirse en los vasos que a él le parezca bien hacer. Al considerar esta parábola debemos tener cuidado de no destruir el libre albedrío del hombre, ni deshonrar la bondad y supremacía de Dios.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad