Verso 38. ¿Qué buscáis? Estos discípulos podrían haber sentido cierta vergüenza al dirigirse a nuestro bendito Señor, después de escuchar el carácter que el Bautista dio de él; para eliminar o evitar esto, él los aborda amablemente, y les da la oportunidad de explicarse con él. Podemos concebir que el bendito Jesús sigue planteando tales preguntas a quienes, con sencillez de corazón, desean conocerle. Una pregunta de esta naturaleza podemos hacerla provechosamente: ¿Qué buscáis? ¿En este lugar? ¿En la compañía que frecuentáis? ¿En la conversación que mantenéis? ¿En los asuntos que os ocupan? ¿En las obras que realizáis? ¿Buscas la humillación, la iluminación, la justificación, la edificación o la santificación de tu alma? ¿La edificación de tu prójimo? ¿El bien de la Iglesia de Cristo? ¿O la gloria de Dios? Preguntas de esta naturaleza formuladas a menudo a nuestros corazones, en el temor de Dios, nos inducirían a hacer muchas cosas que ahora dejamos sin hacer, y a dejar sin hacer muchas cosas que ahora realizamos.

Rabí. Maestro. Contempla la modestia de estos discípulos: deseamos ser eruditos, somos ignorantes, deseamos ser enseñados; creemos que eres un maestro venido de Dios.

¿Dónde vives? Para que podamos venir a recibir tus instrucciones.

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