Verso Juan 13:3. Sabiendo que el Padre había dado...  Nuestro Señor, viéndose casi al final de su carrera, y estando a punto de dejar a sus apóstoles, creyó necesario dejarles una lección de humildad ejemplificada por él mismo, para librarlos de la mala influencia de aquellas falsas ideas que se formaban sobre la naturaleza de su reino. En todas las ocasiones anteriores, los discípulos habían mostrado demasiado apego a los honores y a las dignidades mundanas: si esta ambición no hubiera sido extirpada, las consecuencias de la misma habrían sido terribles en el establecimiento de la religión de Cristo, ya que después de su muerte, los habría dividido y dispersado infaliblemente. Era, pues, necesario refrenar esta peligrosa pasión, y confirmar con un ejemplo notable lo que tantas veces les había dicho: que la verdadera grandeza consistía en la profundidad de la humildad, y que aquellos que eran los servidores voluntarios de todos debían ser los más altos en el relato de Dios.

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