Verso Juan 14:18. No los dejaré sin consuelo... 

Literalmente, huérfanos. La palabra original ορφανος, es por algunos derivada de ορφνος, oscuro, oscuro, porque, dice Mintert, un huérfano (uno privado de padre y madre) es poco estimado, descuidado, y está obligado a vagar en la penumbra y la oscuridad. Otros lo derivan del hebreo חרף charaph, despojar o desnudar, despojar, porque un niño así está desprovisto de consuelo, dirección y apoyo, y es presa de la miseria y la enfermedad, del pecado y de la muerte.

Los discípulos de un maestro particular entre los hebreos lo llamaban padre; sus alumnos eran llamados sus hijos, y, a su muerte, eran considerados como huérfanos. Cristo llama a sus discípulos hijos, hijos amados, Juan 13:33; y, ahora que está a punto de separarse de ellos por la muerte, les asegura que no se quedarán sin padre ni sin maestro, porque dentro de poco tiempo volverá (resucitará de entre los muertos) y, después de su ascensión, se les hará partícipes de ese Espíritu que será su consolador, abogado, maestro y guía para siempre.

 

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