Verso Juan 16:33. Para que en mí tengáis paz... Les doy esta advertencia como una prueba más de que sé todas las cosas , y con el fin de que me mires solo en busca de paz y felicidad. La paz de Dios debe entenderse siempre como que incluye todas las posibles bendiciones: luz, fuerza, consuelo, apoyo, un sentido del favor divino, la unción del Espíritu Santo, la purificación del corazón.  Y todo esto para que disfruten en Cristo .

En el mundo tendréis tribulación...  O, como la mayoría de los mejores manuscritos se lee, εχετε, tienes - la tribulación está a mano estás a punto de ser sumergido en ella.

Pero ten buen ánimo... No te desanimes por lo que he dicho: el mundo no podrá vencerte, por mucho que te pruebe .

He vencido al mundo... Acabo de pasar por mi muerte para ponerla a ella y a su dios en la derrota.

Mi aparente debilidad será mi victoria mi ignominia será mi gloria ; y la victoria que el mundo, el diablo y mis adversarios en general parecerán obtener sobre mí, será su propia derrota duradera y mi triunfo eterno. - ¡No temas !

Lutero escribiendo a Philip Melancthon , cita este versículo y agrega estas notables palabras: "Tal un dicho como este es digno de ser llevado de Roma a Jerusalén de rodillas ".

UNO de los grandes temas de este capítulo, la mediación de Cristo , se entiende poco por la mayoría de los cristianos. Cristo, habiendo hecho expiación por el pecado del mundo, ascendió a la diestra del Padre, y allí se presenta a la presencia de Dios por nosotros. Al acercarnos al trono de la gracia, mantenemos a Jesús como nuestra víctima del sacrificio, continuamente a la vista: nuestras oraciones deben ser dirigidas a través de él al Padre; y, bajo la convicción de que su pasión y muerte han comprado todas las bendiciones posibles para nosotros, debemos, con humilde confianza, pedir las bendiciones que necesitamos; y, como en él el Padre siempre se agrada, debemos esperar con más confianza las bendiciones que ha adquirido. Podemos considerar, también, que su aparición ante el trono, en su carácter sacrificial, constituye el gran principio de mediación o intercesión. Ha llevado nuestra naturaleza al cielo; porque se presenta ante el trono: éste, sin voz, habla en voz alta por la raza pecadora de Adán, por quien fue asumido y por cuya causa fue sacrificado. Sobre esta base, todo penitente y toda alma creyente puede pedir y recibir, y su alegría será completa. Por el sacrificio de Cristo nos acercamos a Dios; a través de la mediación de Cristo, Dios desciende al hombre.

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