Verso 36. Y Simón - le siguió... κατεδιωξαν, le seguía con avidez. Ahora habían comenzado a probar la buena palabra de Dios, y pensaban que nunca podrían escuchar demasiado de ella. Muchos poseen este espíritu cuando se convierten por primera vez a Dios. ¡Qué lástima que lo pierdan! El alma que saborea la palabra de Dios crece siempre en gracia por ella.

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