Verso Mateo 12:22. Alguien poseído por un demonio, ciego y mudo... Una persona a quien el demonio residente le quitó tanto la vista como el oído. Satanás se hace dueño del corazón, los ojos y la lengua del pecador. Su corazón lo llena de amor al pecado; ciega sus ojos para que no vea su culpa y la perdición que le espera; y su lengua impide la oración y la súplica, aunque le da cada vez más libertad en blasfemias, mentiras, calumnias, etc. Nadie más que Jesús puede redimir de este triple cautiverio.

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