Verso 29. No beberé más de este fruto de la vid... Estas palabras no parecen insinuar más que esto: No tendremos otra oportunidad de comer este pan y beber este vino juntos; ya que dentro de unas horas tendrá lugar mi crucifixión.

Hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros... Es decir, ya no beberé más del producto de la vid con vosotros, sino que beberé vino nuevo, un vino de naturaleza muy diferente a éste, un vino que sólo el reino de Dios puede proporcionar. El término nuevo en la Escritura se toma a menudo en este sentido. Así, el NUEVO cielo, la NUEVA tierra, el NUEVO pacto, el NUEVO hombre, significan un cielo, una tierra, un pacto, un hombre, de naturaleza muy diferente a los anteriores. Era costumbre invariable de nuestro Señor ilustrar las cosas celestiales con las terrenales, y hacer de lo que había sido el último tema de conversación el medio para hacerlo. Así, utiliza aquí el vino, del que habían bebido recientemente, y sobre el que había tenido el discurso anterior, para señalar la suprema bendición del reino de Dios. Pero por muy agradable y útil que sea el vino para el cuerpo y por muy útil que sea, como ordenanza de Dios. Puede serlo para el alma en el santo sacramento; pero el vino del reino, los goces espirituales a la diestra de Dios, serán infinitamente más preciosos y útiles. De lo que nuestro Señor dice aquí, aprendemos que el sacramento de su cena es un tipo y una prenda, para los cristianos genuinos, de la felicidad que disfrutarán con Cristo en el reino de la gloria.

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