CAPÍTULO III

En este capítulo el profeta arremete con gran denuedo y

espíritu contra los príncipes y profetas de Judá; y predice

la destrucción de Jerusalén como consecuencia de su

iniquidad , 1-12.

El último verso fue cumplido hasta cierto punto por

Nabucodonosor; pero más completa y literalmente

por los romanos bajo Tito. Véase Josefo.

 

NOTAS SOBRE EL CAP. III

Versículo Miqueas 3:1 . Oíd, cabezas de Jacob. La metáfora del rebaño sigue vigente. Los jefes de Jacob y los príncipes de Israel, en vez de cuidar de los rebaños, defenderlos y procurarles pastos, los oprimieron de diversas maneras. Son como lobos, que arrancan la piel de las ovejas y la carne de sus huesos. Esto se aplica a todos los gobernantes injustos y opresores.

Suetonio nos dice, en su Vida de Tiberio, que cuando los gobernadores de las provincias escribieron al emperador, rogándole que aumentara los tributos, él les respondió: "Es propio de un buen pastor esquilar a sus ovejas, no desollarlas". Praesidibus onerandas tributo provincias suadentibus rescripsit: BONI PASTORIS esse TONDERE pecus, non DEGLUBERE. Esta es una máxima que muchos gobernantes de la tierra no parecen entender.

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