Verso 22. Sálvame conforme a la grandeza de tu misericordia.  Algunos han pensado que Nehemías trataba con Dios demasiado en el principio del mérito. Que deseaba que Dios se acordara de él por el bien, es suficientemente evidente; ¿y quién no desea lo mismo? Pero no parece que esperara el cielo por sus buenas acciones. De hecho, la cláusula final de este versículo demuestra lo contrario, y muestra que no esperaba nada de Dios sino por la grandeza de su misericordia. Vergüenza debería darles a aquellos que, con esta evidencia ante ellos, tildan a este buen hombre con el epíteto de obrero; un hombre que, en santidad interior, utilidad exterior y amor genuino a Dios y a los hombres, valía más que diez veintenas de tales autodenominados creyentes.

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