Versículo 25. Pero si esperamos esto, no vemos...  

Pero si esperamos lo que no vemos... Si tenemos una expectativa bien fundada de nuestra resurrección y glorificación final, sabiendo que tales cosas son necesariamente futuras, y que deben ser retrasadas por un cierto tiempo; entonces esperamos pacientemente por ellas, continuamos soportando pacientemente los males comunes de la vida, y cualquier tribulación a la que podamos estar expuestos como consecuencia de nuestra profesión cristiana; porque sabemos, FIEL es el que ha prometido. La esperanza es una especie de bendición universal, y una de las más grandes que Dios ha concedido al hombre. Para la humanidad, en general, la vida sería intolerable sin ella; y es tan necesaria como la fe incluso para los seguidores de Dios.

Los antiguos tienen una fábula muy instructiva y elegante al respecto. "Prometeo, habiendo hecho un cuerpo humano, subió al cielo y robó un poco de fuego celestial para animarlo: Júpiter, indignado por el robo, hizo descender a Pandora con una caja llena de enfermedades y plagas de todo tipo, como un regalo atrayente para Prometeo; pero éste se negó a aceptarla. Epimeteo la tomó y la abrió, y al instante todas esas enfermedades, etc., por las que la humanidad se ha hecho miserable, salieron volando, y se extendieron por toda la tierra y sólo la ESPERANZA quedó en el fondo de la caja". Esta fábula se explica por sí misma, en cuanto a su diseño principal. Los hombres encuentran que la vida, con sus diversos e inevitables males, sólo se sostiene por la esperanza que tienen no sólo de salir sanos y salvos de ellos, sino de disfrutar de un estado de bendición al final. La esperanza sigue estando en el fondo; y por eso se anima al hombre a soportar todas las presiones de la vida. Si se le quitara la esperanza, el resultado inmediato sería una negra desesperación y una desdicha indescriptible. La esperanza se encuentra justamente entre las más altas misericordias de Dios.

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