Comentario Biblico de Adam Clarke
Salmo 97:2
Versículo Salmo 97:2 . Nubes y tinieblas lo rodean.
Las nubes y las tinieblas le rodean. Es cierto que se trata de un tema inabarcable. ¿Por qué? Porque Dios es infinito; actúa a partir de sus propios consejos, que son infinitos; en referencia a fines que también son infinitos: por tanto, las razones de su gobierno no pueden ser comprendidas por las débiles y limitadas facultades del hombre. Tiene que haber nubes y tinieblas, una oscuridad impenetrable, a su alrededor; y no podemos comprenderlo más en lo que se llama aeternitas a parte ante - la eternidad que pasó antes de que el tiempo comenzara, que en la aeternitas a parte post - la eternidad que ha de venir, cuando el tiempo ya no exista. Sin embargo, un Ser así no puede dejar de ver todas las cosas con claridad, y de hacer todas las cosas bien; por eso el salmista afirma con propiedad
La justicia y el juicio son la morada de su trono. La justicia, צדק tsedek, el principio que actúa según la justicia y la equidad; que da a todos lo que les corresponde, y siempre mantiene en todas las cosas un equilibrio. Y el juicio, משפט mishpat, el principio que discierne, ordena, dirige y determina cada cosa según la verdad y la justicia: estos forman la morada de su trono; es decir, su gobierno y administración del mundo son de acuerdo a estos; y aunque no podemos ver los resortes, los consejos secretos y los tiempos, que este PADRE omnisciente y todopoderoso debe tener siempre en su propio poder, sin embargo podemos estar seguros de que toda su administración es sabia, justa, santa, buena y amable. Porque, aunque sus consejos sean inescrutables, y las dispensaciones de su providencia sean a veces aparentemente desiguales, sin embargo la justicia y el juicio son la morada de su trono.
En esta sublime descripción, el salmista, mediante la figura llamada prosopopeya o personificación, da vitalidad y pensamiento a todos los temas que emplea; aquí, el mismo trono de Dios está animado; la justicia y el juicio son dos seres intelectuales que lo sostienen. El fuego, los relámpagos, la tierra, los cielos mismos, son todos seres intelectuales, que lo acompañan, van delante de él o proclaman su majestad.