Introducción al Libro del Profeta Zacarías

Zacarías, el undécimo de los doce profetas menores, era hijo de Berequías y nieto de Iddo. Volvió de Babilonia con Zorobabel, y comenzó a profetizar en el segundo año del reinado de Darío, hijo de Histaspes, en el año del mundo 3484; antes de Cristo, 516; antes de la era vulgar, 520; en el octavo mes del año santo, y dos meses después de que Hageo hubiera comenzado a profetizar.

Estos dos profetas, con celo unido, animaron al mismo tiempo al pueblo a proseguir la obra del templo, interrumpida desde hacía algunos años.

Se desconocen la fecha y el lugar del nacimiento de Zacarías. Algunos lo hacen nacer en Babilonia, durante el cautiverio; otros piensan que nació en Jerusalén, antes de que las tribus de Judá y Benjamín fueran llevadas. Algunos sostienen que era sacerdote; pero otros afirman que no era sacerdote. Muchos dicen que era hijo inmediato de Iddo; otros creen, con mucha más razón, que era hijo de Berequías y nieto de Iddo.

Se le ha confundido con un tal Zacarías, hijo de Baraquías, que vivió en tiempos de Isaías; y con Zacarías, padre de Juan el Bautista; opinión que es a todas luces incongruente. Por último, se ha pensado que era Zacarías el hijo de Barachiah, a quien nuestro Salvador menciona, y dice que fue asesinado entre el templo y el altar; aunque en ninguna parte se dice tal cosa de nuestro profeta. Hasta el día de hoy se muestra una tumba al pie del Monte de los Olivos que, según se pretende, pertenece al profeta Zacarías. Doroteo sostiene que fue enterrado en un lugar llamado Betaria, a ciento cincuenta estadios de Jerusalén.


Zacarías es el más largo y oscuro de los doce profetas menores. Su estilo es interrumpido y sin conexión. Sus profecías sobre el Mesías son más particulares y expresas que las de los otros profetas. Algunos críticos modernos, como Mede y Hammond, han sido de la opinión de que los capítulos noveno, décimo y undécimo de este profeta fueron escritos por Jeremías; porque en Mateo,  Mateo 27:9 , bajo el nombre de Jeremías, encontramos citado a Zacarías; ( Zacarías 11:12 );

y como los capítulos mencionados no hacen sino un discurso continuado, concluyeron de ahí que los tres pertenecían a Jeremías. Pero es mucho más natural suponer que, por algún desafortunado error, el nombre de Jeremías se haya deslizado en el texto de San Mateo en lugar del de Zacarías.

El profeta Zacarías predijo exactamente el asedio de Babilonia por Darío, hijo de Histaspes. Este príncipe sitió aquella ciudad rebelde a principios del quinto año de su reinado, y la redujo al cabo de veinte meses. Los profetas Isaías y Jeremías habían predicho esta calamidad, y habían amonestado a los judíos que habitaban allí para que escaparan cuando vieran que se acercaba el momento. Isaías les dice: "Salid a Babilonia, huid de los caldeos; con voz de cántico declaradlo, contadlo, proclamadlo hasta los confines de la tierra; decid: El Señor ha redimido a su siervo Jacob". Y Jeremías dice: "Quitaos de en medio de Babilonia, y salid de la tierra de los caldeos, y sed como los machos cabríos delante de los rebaños". Y en otra parte: "Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su alma; no seáis cortados en su iniquidad; porque éste es el tiempo de la venganza del Señor, Él le dará su merecido". Por último, Zacarías, un poco antes del tiempo de su caída, escribe así a los judíos que todavía estaban en esta ciudad: "Salid y huid de la tierra del norte, dice el Señor, porque os he esparcido como los cuatro vientos del cielo, dice el Señor. Líbrate, oh Sión, que habitas con la hija de Babilonia. Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Después de la gloria me ha enviado a las naciones que os despojaron, porque el que os toca, toca a la niña de su ojo. Porque he aquí, yo sacudiré mi mano sobre ellos, y serán despojo para sus siervos; y sabréis que el Señor de los ejércitos me ha enviado." Es probable que los judíos aprovecharan estas amonestaciones y regresaran de Babilonia a su país o, al menos, se retiraran a un lugar más seguro hasta que la ciudad fuera tomada. No oímos, ni en la historia ni en las profecías, que sufrieran nada por este asedio, ni que Darío, hijo de Histaspes, les guardara rencor por la revuelta de Babilonia, lo que parece indicar que no participaron en ella.


Los mahometanos no distinguen entre el profeta Zacarías y Zacarías, el padre de Juan el Bautista. Algunos de ellos lo hacen descender de David; y otros, de Leví. Por un anacronismo aún más insoportable, éstos confunden a María, la madre de Jesucristo, con María o Miriam, la hermana de Moisés, lo que derivan incluso del propio Corán.

El autor de Tarik Montekhib cuenta que, cuando Jesucristo nació de la virgen, el profeta Zacarías no podía creer que un niño pudiera nacer sin padre; y que, al declarar sus sentimientos sobre este punto, los judíos sospecharon de él y le obligaron a huir. Se retiró y se escondió en un roble hueco que los judíos cortaron en dos.

Tal es la ignorancia de los musulmanes en cuanto a la historia del Antiguo y del Nuevo Testamento.

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