1 Samuel 23:1-29
1 Dieron aviso a David diciendo: “He aquí que los filisteos combaten contra Queila y saquean las eras”.
2 Entonces David consultó al SEÑOR diciendo: — ¿Iré a atacar a esos filisteos? Y el SEÑOR respondió a David: — Ve, ataca a los filisteos y libra a Queila.
3 Pero los hombres de David le dijeron: — He aquí que nosotros tenemos miedo aquí en Judá; ¡cuánto más si vamos a Queila contra las tropas de los filisteos!
4 David volvió a consultar al SEÑOR, y el SEÑOR le respondió y dijo: — Levántate, desciende a Queila, porque yo entregaré en tu mano a los filisteos.
5 David partió con sus hombres a Queila, combatió contra los filisteos, se llevó sus ganados y les ocasionó una gran derrota. Así libró David a los habitantes de Queila.
6 Aconteció que cuando Abiatar hijo de Ajimelec huyó a donde estaba David, a Queila, llevó consigo el efod.
7 Y cuando le fue dicho a Saúl que David había ido a Queila, Saúl pensó: “Dios lo ha entregado en mi mano, pues él se ha encerrado a sí mismo al entrar en una ciudad con puertas y cerrojos”.
8 Entonces Saúl convocó a todo el pueblo para la batalla, para descender a Queila y sitiar a David y a sus hombres.
9 Pero entendiendo David que Saúl planeaba el mal contra él, dijo al sacerdote Abiatar: — Trae el efod.
10 Entonces David dijo: — Oh SEÑOR Dios de Israel: Tu siervo tiene entendido que Saúl trata de venir a Queila para destruir la ciudad por causa mía.
11 ¿Me entregarán los señores de Queila en su mano? ¿Descenderá Saúl, como tu siervo ha oído? Oh SEÑOR Dios de Israel, revélalo, por favor, a tu siervo. Y el SEÑOR respondió: — Sí, descenderá.
12 Luego preguntó David: — ¿Me entregarán los señores de Queila, a mí y a mis hombres, en mano de Saúl? Y el SEÑOR respondió: — Sí, te entregarán.
13 Entonces David se levantó con sus hombres, que eran unos seiscientos, salieron de Queila y deambularon sin rumbo fijo. Y llegó a Saúl la noticia de que David se había escapado de Queila, por lo cual desistió de salir.
14 David se quedó en el desierto, en los lugares de difícil acceso; se quedó en las montañas del desierto de Zif. Saúl lo buscaba todos los días, pero Dios no lo entregó en su mano.
15 Y David, al ver que Saúl había salido en asecho de su vida, se quedó en Hores, en el desierto de Zif.
16 Entonces Jonatán hijo de Saúl se levantó y fue a David en Hores, y lo fortaleció en Dios.
17 Le dijo: — No temas, porque la mano de mi padre Saúl no te encontrará. Tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti. Aun Saúl mi padre lo sabe.
18 Ambos hicieron un pacto ante el SEÑOR. Después David se quedó en Hores, y Jonatán se volvió a su casa.
19 Los de Zif subieron a decir a Saúl, en Gabaa: — ¿No está David escondido entre nosotros, en los lugares de difícil acceso de Hores, en la colina de Haquila, que está al sur de Jesimón?
20 Ahora, oh rey, desciende pronto, conforme a todo el deseo de tu alma, y nosotros lo entregaremos en mano del rey.
21 Y Saúl dijo: — El SEÑOR los bendiga, porque han tenido compasión de mí.
22 Por favor, vayan y asegúrense bien. Averigüen y vean el lugar por donde anda y quién lo ha visto allí, porque me han dicho que él es sumamente astuto.
23 Miren y reconozcan todos los escondrijos en donde se oculta. Luego vuelvan a mí con información exacta, y yo iré con ustedes. Si él está en la zona, yo lo buscaré entre todos los millares de Judá.
24 Ellos se levantaron y se fueron a Zif, antes que Saúl. Pero David y sus hombres ya estaban en el desierto de Maón, en el Arabá, al sur de Jesimón.
25 Saúl partió con sus hombres para buscar a David. Pero avisaron a David, quien bajó de la peña y permaneció en el desierto de Maón. Cuando Saúl lo oyó, persiguió a David en el desierto de Maón.
26 Saúl iba por un lado del monte, y David con sus hombres iba por el otro lado del monte. David se daba prisa para escapar de Saúl, porque Saúl y sus hombres estaban rodeando a David y a sus hombres, a fin de capturarlos.
27 Entonces llegó a Saúl un mensajero, diciendo: — Date prisa y ven, porque los filisteos han hecho una incursión en el territorio.
28 Por tanto, Saúl desistió de perseguir a David y partió contra los filisteos. Por esta razón pusieron por nombre a aquel lugar Sela-hamajlecot.
29 De allí David subió y habitó en los lugares de difícil acceso de En-guedi.
Capitulo 23
1. La victoria sobre los filisteos en Keila ( 1 Samuel 23:1 )
2. En el desierto de Zif ( 1 Samuel 23:14 )
3. El regreso de Saúl ( 1 Samuel 23:27 )
Keila estaba a unas seis millas al sureste de Adullam. David se enteró de la invasión de los filisteos que estaban luchando contra esta ciudad amurallada. Y consultó al Señor por medio de Abiatar, que tenía un efod (versículo 6). La pregunta de David al Señor muestra al hombre de fe en su sumisión al Señor. Tuvo sus errores, pero en el fondo era dueño del Señor y quería glorificarlo. Dos veces le preguntó al Señor; la segunda, evidentemente, para calmar los temores de los seiscientos hombres que ahora estaban con él.
El Señor le dio la victoria. Entonces el pobre y cegado Saúl pensó que David estaba ahora encerrado en Keila y no podía escapar. No conocía al Señor y su poder para proteger a los suyos. Mientras Saúl tramaba, David oró y confió en el Señor, quien le dijo que Saúl vendría a Keila y que los hombres de Keila actuarían traicioneramente con él y sus hombres. En el desierto de Zif, Saúl lo buscaba todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.
Y David aprendió por experiencia lo que significa el nombre de Zif; significa "refinar". En el proceso de refinamiento del sufrimiento y la resistencia, el pastor-rey fue preparado para su exaltación venidera. En esto, él no es un tipo de nuestro Señor, pero podemos leer nuestra propia experiencia aquí. Por última vez, Jonatán y David se encontraron. Vino para fortalecer la mano de David en Dios. Este es el verdadero propósito de la comunión de los santos. ¡Qué carácter tan noble era Jonatán!
“Es difícil formarse una concepción adecuada del valor, la fe espiritual y la grandeza moral de este acto. Nunca el hombre se liberó más completamente de toda complicidad en la culpa que Jonathan de la de su padre. Y, sin embargo, ni una palabra deshonesta escapó de los labios de este valiente. Y cuán verdaderamente humana es su tierna esperanza de que en los días venideros, cuando David sea rey, esté junto a su trono, su consejero de confianza, como en los días de dolor había sido el amigo fiel y firme del forajido. ! Mientras pensamos en lo que debió haberle costado a Jonatán hablar así, o de nuevo en el triste destino que pronto lo sobrevendría, hay un profundo patetismo en esta breve entrevista, casi inigualable en las Sagradas Escrituras, al que las ambiciosas esperanzas de los hijos de Zebedeo no forman un paralelo sino un contraste ”(A. Edersheim).
Los de Zif, después de la visita de Jonatán, descubrieron el escondite de David a Saúl, pero Saúl no pudo alcanzarlo ni tocar al ungido del Señor. Pero David en ese momento clamó poderosamente a Dios: "Sálvame, oh Dios" - "Escucha mi oración, oh Dios; escucha las palabras de mi boca ”; estas fueron algunas de sus declaraciones registradas en Salmo 54 , que fue escrito en ese momento.