Biblia anotada por A.C. Gaebelein
Deuteronomio 26:1-19
22. Primicias y oración
Capitulo 26
1. La canasta de las primicias, la confesión y el regocijo ( Deuteronomio 26:1 )
2. Obediencia cedida y oración ( Deuteronomio 26:12 )
3. Jehová reconoce a su pueblo ( Deuteronomio 26:16 )
Se anticipa la posesión de la tierra y se designa una ceremonia muy hermosa para la confesión y la adoración en el lugar que el Señor eligió para colocar Su Nombre allí. El primero de todos los frutos de la tierra se recogería y se pondría en una canasta. Esta canasta fue presentada al sacerdote con las siguientes palabras: “Yo profeso hoy al SEÑOR tu Dios, que he venido a la tierra que el SEÑOR juró a nuestros padres que nos la daría.
Entonces el sacerdote lo dejó delante del altar. Fue un reconocimiento de Su Gracia y Su fidelidad al mantener Su promesa y traerlos a la tierra. El Señor los había traído y la canasta de frutas testificó del hecho de que poseían las cosas buenas que se les prometieron. Verdaderamente podrían decir, el Señor guardó Su Palabra, Él nos prometió esta tierra y ahora estamos en ella; Es nuestro.
Y sabemos, como salvos por gracia y en Cristo, que somos bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales. Nosotros también somos traídos y tenemos el derecho de acceder a Su presencia. Y esta bendita conciencia de que somos redimidos y pertenecemos a Cristo es esencial para la verdadera adoración en espíritu y en verdad.
La más hermosa es la confesión que Moisés le dio a Israel, para usarla cuando la canasta de las primicias fue puesta delante de Jehová. "Un sirio dispuesto a morir era mi padre". ¡Palabras amorosas! Trajeron a la memoria lo que eran y la gracia que Jehová manifestó cuando llamaron a ese sirio que estaba listo para perecer. Y esto es solo una imagen de lo que somos por naturaleza, "listos para perecer". Luego viene la historia de Egipto y su liberación de la casa de servidumbre.
Aun así estamos entregados. Debían regocijarse en todo lo bueno que el Señor les había dado; y nos regocijamos en el Señor y en toda su bondad para con nosotros. Y este gozo se expresó prácticamente en dar al levita, al forastero, al huérfano, a la viuda; comieron y se saciaron. Así pudieron decirle a Jehová: "No he transgredido tus mandamientos, ni me he olvidado de ellos". Mientras nos regocijamos en el Señor, sabemos que somos salvos y adoramos en el espíritu, recordemos también que está escrito: “Pero para hacer el bien y comunicar, no olvides; porque con tales sacrificios Dios se agrada ”. ¡Cuán a menudo olvidamos esto! Sin embargo, siempre debe ser una consecuencia de la adoración verdadera.