CAPITULO 20

1. Pablo en Macedonia ( Hechos 20:1 ).

2. Su morada en Grecia, la visita a Troas y lo que sucedió allí ( Hechos 20:3 ).

3. El viaje de Troas a Mileto ( Hechos 20:13 ).

4. La despedida de los ancianos de Éfeso ( Hechos 20:17 ).

El registro que tenemos ante nosotros es muy breve. Algunos han pensado que la razón es el hecho de que el Apóstol se había apartado de Su ministerio dado y, por lo tanto, el Espíritu Santo no tenía nada que informar. Creemos que esto es correcto. El objeto del Espíritu de Dios es ahora llevarnos rápidamente hacia la última visita del Apóstol a Jerusalén; por lo tanto, mucho se pasa por alto en el servicio y las labores incansables del gran Hombre de Dios.

Cuando terminó el alboroto en Éfeso, Pablo abrazó a los discípulos y se fue a Macedonia. Es la primera escena de despedida de este memorable viaje. Debe haber visitado Filipos, Tesalónica, Berea y quizás otras ciudades. Además de darles mucha exhortación. recibió su comunión por los santos pobres de Jerusalén.

Luego está el registro de la bendita escena el primer día de la semana en Troas. Se acordaron del Señor en la fracción del pan ( 1 Corintios 11:23 ).

Luego, la compañía tomó un barco para navegar a Assos, pero Paul hizo el viaje de más de veinte millas a pie. Quería estar solo como Elijah y otros. ¡Qué pensamientos deben haber pasado por su mente! ¡Qué cargas debe haber estado sobre su corazón! ¡Qué inquietudes en relación con esa próxima visita a Jerusalén!

Desde Mileto, Pablo envió a Éfeso y llamó a los ancianos de la iglesia. La parte restante de este capítulo contiene su gran discurso de despedida a los ancianos de Efeso y, a través de ellos, a la iglesia ubicada allí. En este libro se han informado hasta ahora dos grandes discursos del Apóstol. El primero estaba dirigido a los judíos de Antioquía de Pisidia ( Hechos 13:16 ).

El segundo estaba dirigido a los gentiles de Atenas (capítulo 17). La dirección aquí en nuestro capítulo es para la iglesia. Es de gran e inusual interés e importancia. Habla de sí mismo, de su propia integridad y les recuerda su ministerio. Declara sus propios sufrimientos venideros y su determinación de no considerar su vida como cara, sino de terminar su carrera con alegría. Él advierte a la iglesia acerca de la apostasía futura y la aparición en medio de falsos maestros.

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