Jeremias 44:1-30
1 La palabra que vino a Jeremías con respecto a todos los judíos que habitaban en la tierra de Egipto, que habitaban en Migdol, en Tafnes, en Menfis y en la tierra de Patros, diciendo:
2 — Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: “Ustedes han visto todo el mal que he traído sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. He aquí, en el día de hoy están en ruinas y no hay habitantes en ellas,
3 a causa de la maldad que ellos cometieron, provocándome a ira, ya que fueron a quemar incienso y a servir a otros dioses que ni ellos ni ustedes ni sus padres conocieron.
4 Persistentemente les envié todos mis siervos los profetas, para decirles: ‘¡Por favor, no hagan esta cosa abominable que yo aborrezco!’.
5 Pero no escucharon ni inclinaron su oído para volverse de su maldad, para dejar de quemar incienso a otros dioses.
6 Por tanto, se derramó mi ira, y se encendió mi furor en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén; y fueron convertidas en ruina y en desolación, como en este día”.
7 »Ahora pues, así ha dicho el SEÑOR Dios de los Ejércitos, Dios de Israel: “¿Por qué hacen un mal tan grande contra ustedes mismos, para que de en medio de Judá sean destruidos el hombre, la mujer, el niño y el lactante, sin que les quede remanente alguno?
8 ¿Por qué me provocan a ira con las obras de sus manos, ofreciendo incienso a otros dioses en la tierra de Egipto, a donde han entrado para residir, de modo que sean exterminados y que sean objeto de maldición y de oprobio entre todas las naciones de la tierra?
9 ¿Han olvidado las maldades de sus padres, las maldades de los reyes de Judá, las maldades de sus mujeres, las maldades suyas y las maldades de sus mujeres, que hicieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén?
10 Hasta el día de hoy no se han humillado ni han tenido temor ni han caminado en mi ley ni en mis estatutos que puse delante de ustedes y delante de sus padres”.
11 »Por tanto, así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: “He aquí que yo pongo mi rostro contra ustedes para mal y para destruir a todo Judá.
12 Tomaré al remanente de Judá que decidió ir a la tierra de Egipto para residir allí, y serán exterminados todos en la tierra de Egipto. Caerán por la espada y por el hambre; serán exterminados, desde el menor hasta el mayor. Por la espada y por el hambre morirán, y llegarán a ser objeto de imprecación, de horror, de maldición y de oprobio.
13 Yo, pues, castigaré a los que habitan en la tierra de Egipto, como castigué a Jerusalén: por la espada, por el hambre y por la peste.
14 Y del remanente de Judá que entró en la tierra de Egipto para residir allí, no habrá quien escape ni quien sobreviva para volver a la tierra de Judá, a la cual ellos suspiran por regresar, para habitar allí. Porque no regresarán sino los que escapen”.
15 Entonces todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban incienso a otros dioses, y todas las mujeres que estaban presentes y una gran concurrencia, todo el pueblo que habitaba en Patros en tierra de Egipto, respondieron a Jeremías diciendo:
16 — La palabra que nos has hablado en nombre del SEÑOR no te la escucharemos.
17 Más bien, pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para quemar incienso a la Reina del Cielo y para derramarle libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros magistrados, tanto en las ciudades de Judá como en las calles de Jerusalén. Pues fuimos saciados de pan, nos fue bien y no vimos mal alguno.
18 Pero desde que dejamos de quemar incienso a la Reina del Cielo y de derramarle libaciones, nos falta de todo, y somos exterminados por la espada y por el hambre.
19 Y las mujeres dijeron: — Cuando nosotras quemábamos incienso a la Reina del Cielo y le derramábamos libaciones, ¿acaso era sin el conocimiento de nuestros maridos que le hacíamos tortas, reproduciendo su imagen, y le derramábamos libaciones?
20 Entonces Jeremías habló a todo el pueblo, a los hombres, a las mujeres y a todo el pueblo que le había respondido esto, diciendo:
21 — ¿No se habrá acordado el SEÑOR, o no habrá venido a su mente el incienso que quemaron en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, ustedes y sus padres, sus reyes, sus magistrados y el pueblo de la tierra?
22 El SEÑOR no pudo soportarlos más, a causa de la maldad de sus obras y a causa de las abominaciones que habían hecho. Por tanto, su tierra ha sido convertida en ruinas, en horror y en maldición, hasta no quedar habitantes, como en este día.
23 Porque quemaron incienso y pecaron contra el SEÑOR y no obedecieron la voz del SEÑOR ni anduvieron en su ley ni en sus estatutos ni en sus testimonios. Por eso ha venido sobre ustedes este mal, como en este día.
24 Jeremías dijo además a todo el pueblo y a las mujeres: — Oigan la palabra del SEÑOR, todos los de Judá que están en la tierra de Egipto.
25 Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: “Ustedes y sus mujeres han hablado con sus bocas y lo han realizado con sus manos, diciendo: ‘Sin falta cumpliremos nuestros votos que hemos hecho, de quemar incienso a la Reina del Cielo y de derramarle libaciones’. ¡De veras que confirman sus votos y ponen sus votos por obra!”.
26 Por tanto, oigan la palabra del SEÑOR, todos los de Judá que habitan en la tierra de Egipto: “He aquí, ha dicho el SEÑOR, he jurado por mi gran nombre que no será invocado más mi nombre en toda la tierra de Egipto por la boca de ningún hombre de Judá, diciendo: ‘¡Vive el SEÑOR Dios!’.
27 He aquí que yo vigilo sobre ellos para mal, y no para bien. Todos los hombres de Judá que están en la tierra de Egipto serán exterminados por la espada y por el hambre, hasta que perezcan del todo.
28 Los que escapen de la espada regresarán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá, en número reducido. Y todo el remanente de Judá, que ha entrado en Egipto para residir allí, sabrá de quién es la palabra que ha de prevalecer: si la mía o la de ellos.
29 Esto tendrán por señal, dice el SEÑOR, de que los castigaré en este lugar, para que sepan que ciertamente mis palabras prevalecerán sobre ustedes para mal.
30 Así ha dicho el SEÑOR: He aquí que yo entrego al faraón Hofra, rey de Egipto, en mano de sus enemigos y en mano de los que buscan su vida, como entregué a Sedequías, rey de Judá, en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su enemigo que buscaba su vida”.
Capitulo 44
1. El mensaje a los judíos ( Jeremias 44:1 )
2. Su castigo ( Jeremias 44:11 )
3. Adorar a la reina del cielo ( Jeremias 44:15 )
4. La respuesta de Jehová ( Jeremias 44:20 )
5. La señal: la derrota de Faraón-Ofra ( Jeremias 44:29 )
Jeremias 44:1 . El mensaje se refiere a todos los judíos que ahora vivían en Egipto. Además de estar en Tahpanhes, también estaban en Noph (Menfis) y en Pathros, que estaba en el Alto Egipto. No hace mucho se descubrieron papiros antiguos en arameo que muestran que había una colonia judía en esa parte de Egipto.
Jeremías les recuerda en su mensaje cómo Dios había tratado con Jerusalén y Judá a causa de sus idolatrías, aunque había enviado profetas para advertirles. Y ahora estaban haciendo lo mismo en Egipto. "Ustedes también traen ahora la ruina total sobre ustedes mismos y los suyos".
Jeremias 44:11 . Esto anuncia su próximo castigo. “He aquí, yo pondré mi rostro contra ti para mal y para exterminar a todo Israel”. Deben ser castigados como lo fue Jerusalén.
Jeremias 44:15 . Qué dureza de corazón decirle al hombre de Dios: "No escucharemos". Tenían la intención de cumplir sus votos de adorar a "la reina del cielo". Todo lo que dijeron fue que nos fue bien cuando adoráramos a la reina del cielo en la patria. Las mujeres parecen haberse preocupado principalmente por esto, pero lo hicieron con el conocimiento y el consentimiento de sus maridos.
Vea sobre la reina del cielo y la adoración, el capítulo 7 y las anotaciones allí. Afirmaron que todo el desastre que les había sobrevenido era el resultado del abandono de sus malas prácticas. ¡Qué desafío e iniquidad, fruto de sus corazones incrédulos! Aún mayor es el desafío y la maldad de hoy, cuando la cruz y el evangelio de Cristo son deliberadamente rechazados.
Jeremias 44:20 . La respuesta es bastante clara, y escucharon cuál sería su destino por su deliberada incredulidad y desobediencia. Estas son palabras solemnes, y el Señor dijo: "Sabrán de quién es la Palabra, la mía o la de ellos". La Palabra de Dios siempre permanecerá, y también lo harán aquellos que la apoyan y ponen su confianza en ella.
Jeremias 44:29 . Les da una señal de que así será. Ofra será entregada en manos de sus enemigos. Esto sucedió unos años antes de que Nabucodonosor derrotara a Amasis, quien había sucedido a Ofra.