Números 35:1-34
1 El SEÑOR habló a Moisés en las llanuras de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó, diciendo:
2 “Manda a los hijos de Israel que de la heredad que posean den a los levitas ciudades para habitar. También darán a los levitas el campo alrededor de las ciudades.
3 Ellos tendrán las ciudades para habitar, y los campos de alrededor serán para su ganado, sus pertenencias y todos sus animales.
4 Los campos de las ciudades que darán a los levitas tendrán cuatrocientos cincuenta metros alrededor, desde el muro de la ciudad hacia afuera.
5 Fuera de la ciudad, medirán novecientos metros hacia el lado este, novecientos metros hacia el lado sur, novecientos metros hacia el lado oeste, y novecientos metros hacia el lado norte; y la ciudad estará en medio. Esto tendrán como campos alrededor de las ciudades.
6 “De las ciudades que darán a los levitas, seis ciudades serán de refugio, para que cualquier homicida se refugie allí. Aparte de estas, les darán cuarenta y dos ciudades.
7 Todas las ciudades que darán a los levitas serán cuarenta y ocho ciudades con sus campos alrededor.
8 “Respecto a las ciudades que darán de la posesión de los hijos de Israel, del que tiene mucho tomarán mucho y del que tiene poco tomarán poco. Cada uno dará de sus ciudades a los levitas, según la heredad que reciba”.
9 El SEÑOR habló a Moisés diciendo:
10 “Habla a los hijos de Israel y diles: ‘Cuando hayan cruzado el Jordán hacia la tierra de Canaán,
11 escogerán para ustedes ciudades que les servirán como ciudades de refugio, a donde pueda huir el homicida que accidentalmente hiera de muerte a alguno.
12 Estas ciudades les servirán para refugiarse del vengador, de manera que el homicida no muera antes de comparecer para juicio delante de la congregación.
13 “‘De las ciudades que darán, seis serán ciudades de refugio.
14 Darán tres ciudades al otro lado del Jordán y darán tres en la tierra de Canaán, y serán ciudades de refugio.
15 Estas seis ciudades servirán de refugio a los hijos de Israel, al forastero y al advenedizo que se encuentre entre ellos, para que huya allí cualquiera que accidentalmente hiera de muerte a otro.
16 “‘Si lo hiere con un instrumento de hierro, y él muere, es un asesino. El asesino morirá irremisiblemente.
17 “‘Si lo hiere con una piedra, con la cual pueda causarle la muerte, y él muere, es un asesino. El asesino morirá irremisiblemente.
18 “‘Si lo hiere con instrumento de madera, con el cual pueda causarle la muerte, y él muere, es un asesino. El asesino morirá irremisiblemente.
19 El vengador de la sangre matará al asesino; cuando lo encuentre, lo matará.
20 “‘Si por odio lo empuja o arroja algo contra él intencionadamente, y él muere;
21 o si por hostilidad lo hiere con su mano, y él muere, el que lo ha herido morirá irremisiblemente. Es un asesino. El vengador de la sangre matará al asesino cuando lo encuentre.
22 “‘Pero si lo empuja de repente sin hostilidad, o tira sobre él cualquier instrumento sin intención,
23 o si sin verlo hace caer sobre él alguna piedra que pueda causarle la muerte, y él muere, no siendo él su enemigo ni procurando su mal,
24 entonces la congregación juzgará entre el homicida y el vengador de la sangre, conforme a estos decretos.
25 La congregación librará al homicida de mano del vengador de la sangre, y lo hará regresar a su ciudad de refugio a la cual había huido, y él habitará en ella hasta la muerte del sumo sacerdote que fue ungido con el aceite santo.
26 “‘Pero si el homicida sale fuera de los límites de su ciudad de refugio a donde había huido,
27 y el vengador de la sangre lo halla fuera de los límites de su ciudad de refugio y mata al homicida, aquel no será culpable de sangre.
28 Porque debió haber permanecido en su ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. Después de la muerte del sumo sacerdote, el homicida podrá volver a la tierra de su posesión.
29 “‘Estas cosas les servirán de estatuto legal a través de sus generaciones, en todo lugar donde vivan.
30 Cuando alguien mata a una persona, por el testimonio de testigos se dará muerte al asesino. Pero un solo testigo no bastará para que se sentencie a una persona a morir.
31 “‘No aceptarán rescate por la vida del asesino que está condenado a muerte; morirá irremisiblemente.
32 Tampoco aceptarán rescate por el que ha huido a su ciudad de refugio, para permitirle que vuelva a vivir en su propia tierra antes de la muerte del sumo sacerdote.
33 “‘No profanarán la tierra donde están, porque la sangre humana profana la tierra. No se puede hacer expiación por la tierra, debido a la sangre que fue derramada en ella, sino por medio de la sangre del que la derramó.
34 No contaminarán, pues, la tierra donde habitan y en medio de la cual yo habito; porque yo, el SEÑOR, habito en medio de los hijos de Israel’ ”.
11. Las ciudades de refugio
Capitulo 35
1. La provisión de los levitas: cuarenta y ocho ciudades ( Números 35:1 )
2. Las ciudades de refugio ( Números 35:9 )
Las ciudades de los levitas se esparcieron por la tierra. Génesis 49:7 se cumple por tanto. La provisión de ciudades de refugio es muy interesante. Se recomienda el estudio cuidadoso del propósito de estas ciudades. Tenga en cuenta especialmente que se proporcionaron para dar refugio a quienes habían matado a una persona sin darse cuenta.
El vengador de la sangre (hebreo: _goel, que significa redimir) perseguía a la persona y la ciudad de refugio le daba cobijo. La muerte del sumo sacerdote resultó en libertad para todos los que estaban en las ciudades de refugio. Era la señal de que podían regresar a sus posesiones (versículo 28).
La historia de Israel se puede leer fácilmente en este capítulo en relación con las ciudades de refugio. La sangre inocente derramada es la sangre de Cristo. La culpa de sangre está sobre la nación. Lo hicieron por ignorancia, incluso cuando Él oró en la cruz del Calvario: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". Se han mantenido fuera de su herencia debido a esta culpa de sangre y, sin embargo, han tenido su ciudad de refugio y han sido preservados hasta que llegue el momento en que sean liberados y vuelvan a la posesión de la tierra.
Y será entonces cuando termine el sacerdocio de Cristo, tal como ahora lo ejerce Él en gloria, cuando Él se presente como Rey-Sacerdote para ejercer el sacerdocio de Melquisedec. Los nombres de las ciudades no se dan en el libro de Números. Eran: Bezer, Ramot, Golán, Cedes, Siquem y Hebrón ( Deuteronomio 4:41 ; Josué 20:7 ). Las ciudades también son tipos de Cristo porque dieron cobijo. Él es nuestro refugio y nuestro escondite.