CAPÍTULO 26 Del necio y el perezoso

Once veces encontramos la palabra tonto en este capítulo. En hebreo se usan tres palabras diferentes para tonto. El primero es "avil" que significa debilidad. La segunda palabra "kesil" aparece casi cincuenta veces, significa gordo o denso. La tercera palabra es el hebreo "nabal", que se deriva del verbo desvanecerse o marchitarse; significa un hombre vulgar y malo que se ha entregado a la maldad. El hombre natural en su condición, su mente oscurecida, su pecaminosidad responde a mucho de lo que se dice sobre el necio en este libro.

Así como la nieve en verano y la lluvia en la época de la cosecha son absolutamente imposibles en Palestina, también lo es el honor para un tonto. Un necio puede pronunciar una maldición, como suele hacer, y desear algo malo, pero al no tener causa, no se cumplirá. El necio necesita corrección, azotes en la espalda, no merece respuesta, y si le responden, debe ser conforme a su necedad. Las preguntas tontas mencionadas en el Nuevo Testamento bien pueden considerarse aquí Tito 3:9 .

El décimo versículo Proverbios 26:10 es dudoso en su traducción. Una representación mejor sugerida es la siguiente:

Un maestro obrero se forma bien a sí mismo,

Pero el que alquila al necio, al transgresor alquila;

Es decir, un maestro hace todo bien; el necio lo estropea todo. El undécimo versículo se cita en 2 Pedro 2:22 . El Apóstol lo aplica al profesor externo de cristianismo que vuelve al mundo después de un período de profesión y reforma. El verdadero hijo de Dios nunca se describe como un perro, ni la otra oración de la epístola de Pedro podría significar un verdadero creyente.

"La cerda que fue lavada se convirtió en ella misma revolcándose en el fango". Un cerdo puede ser lavado, pero a pesar del lavado sigue siendo un cerdo. De modo que un pecador puede profesar la salvación pero nunca haber nacido de nuevo y, después de un breve período de profesión, volver a sus viejos pecados y hábitos.

El perezoso, el que engaña a su prójimo, el chismoso, el pendenciero, la lengua mentirosa y la boca lisonjera, aportan otros proverbios. Cuán cierto es que "La boca lisonjera produce ruina". Todo hombre y mujer piadosos debería odiar y evitar los halagos.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad