1 Salmo de David. Te doy gracias con todo mi corazón; delante de los dioses te cantaré salmos.
2Me postro hacia tu santo templo y doy gracias a tu nombre por tu misericordia y tu verdad, porque has engrandecido tu nombre y tu palabra sobre todas las cosas.
3El día que clamé, me respondiste; mucho valor infundiste a mi alma.
4Oh SEÑOR, todos los reyes de la tierra te alabarán cuando escuchen los dichos de tu boca.
5Cantarán acerca de los caminos del SEÑOR pues grande es la gloria del SEÑOR.
6Aunque el SEÑOR es sublime, mira al humilde; pero al altivo lo reconoce de lejos.
7Aunque yo camine en medio de la angustia, tú me preservarás la vida. Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano y me salvará tu diestra.
8El SEÑOR cumplirá su propósito en mí. Oh SEÑOR, tu misericordia es para siempre; no desampares la obra de tus manos.
Este es un Salmo de David que alaba al Señor por su liberación. El arpa ya no cuelga ociosa de los sauces, sino que se afina de nuevo para alabar su nombre. No es solo la alabanza de David quien clamó y el Señor le respondió, es la alabanza de Israel por la liberación lograda del exilio y, por lo tanto, también se menciona a los reyes de la tierra. “Todos los reyes de la tierra te alabarán, oh SEÑOR, cuando oigan las palabras de tu boca”.