1 Salmo de David. A ti clamaré, oh SEÑOR; Roca mía, no te hagas el sordo para conmigo. No suceda que, por quedarte en silencio ante mí, yo llegue a ser semejante a los que descienden a la fosa.
2Escucha la voz de mis ruegos cuando clamo a ti, cuando alzo mis manos hacia tu lugar santísimo.
3No me arrastres junto con los impíos, con los que hacen iniquidad, los cuales hablan de paz a su prójimo pero la maldad está en su corazón.
4Dales conforme a sus hechos y conforme a la maldad de sus actos. Dales conforme a la obra de sus manos. ¡Dales su recompensa!
5Porque no atendieron a los hechos del SEÑOR ni a la obra de sus manos, él los derribará y no los volverá a edificar.
6Bendito sea el SEÑOR, que oyó la voz de mis ruegos.
7El SEÑOR es mi fuerza y mi escudo; en él esperó mi corazón. Fui ayudado, y se gozó mi corazón; con mi canción le alabaré.
8El SEÑOR es la fuerza de su pueblo, la fortaleza de salvación para su ungido.
9Salva a tu pueblo y bendice a tu heredad; pastoréalos y enaltécelos para siempre.
Salmo 28:1 . Su clamor ahora aumenta a causa de sus enemigos, los enemigos de Israel en los últimos días. Les exhalan crueldad ( Salmo 27:12 ). Pasan por el valle de sombra de muerte y si Él no responde y calla, serán como los que bajan al abismo. De ahí la oración imprecatoria: "Dales conforme a sus obras, etc." ( Salmo 28:4 )
Salmo 28:6 . En la fe se anticipa la respuesta y se alaba por ella. El salmo termina con una oración. "Salva a tu pueblo (Israel), bendice tu heredad y ensalzala para siempre". Los próximos Salmos traen la respuesta.