Y tomaron el becerro que les fue dado, y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: Oh Baal, escúchanos. Pero no había voz, ni quien respondiese. Y ellos (i) saltaron sobre el altar que habían hecho.

(i) Como hombres poseídos por algún espíritu extraño.

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