Ahora bien, el Señor es ese Espíritu: y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad.

(n) Cristo es ese Espíritu que quita esa cubierta, obrando en nuestros corazones, a lo que también la Ley misma nos llamó, aunque en vano, porque habla a los muertos, hasta que el Espíritu nos da vida.

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