Y el rey no escuchó al pueblo, porque la causa era de Dios, para que el SEÑOR cumpliera la palabra que había dicho por mano de Ahías silonita a Jeroboam hijo de Nabat.

(e) La voluntad de Dios prevalece sobre todo, de modo que no se puede hacer nada más que de acuerdo con lo mismo, y sin embargo, la voluntad del hombre obra por sí misma, de modo que no puede usar la excusa de que su obra fue una ordenanza de Dios.

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