Y cuando llegó al hombre de Dios en la colina, lo agarró de los pies; pero Giezi se acercó para arrojarla. Y el varón de Dios dijo: Déjala; porque su alma está turbada dentro de ella, y el SEÑOR me ha escondido, y no me lo ha dicho.

(o) En muestra de humildad y alegría por haberlo conocido.

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