He aquí, yo y los hijos que el SEÑOR me ha dado somos por señales y prodigios en Israel de parte del SEÑOR de los ejércitos, que habita en el monte de Sion.

(s) Es decir, aquellos que estaban dispuestos a escuchar y obedecer la palabra de Dios a quienes el mundo odiaba, como si fueran monstruos y no dignos de vivir.

(t) Esto fue un consuelo en sus angustias, sabiendo que nada les vendría sino por la voluntad del Señor.

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