Y sacaron a Urías de Egipto y lo llevaron al rey Joacim; que lo mató a espada, y (m) arrojó su cadáver en el lugar de enterramiento del pueblo llano.

(m) Como en el primer ejemplo de Ezequías debe seguirse, así en este otro acto de Joacim debe ser aborrecido: porque la plaga de Dios descendió sobre él y su casa.

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