¡Ojalá mi cabeza fuera agua, y mis ojos fuente de lágrimas, para llorar día y noche por los muertos de la hija de mi pueblo!

(a) El profeta muestra la gran compasión que tenía por este pueblo, al ver que nunca podría lamentar lo suficiente la destrucción que vio que se cernía sobre ellos, lo cual es una nota especial para discernir a los verdaderos pastores de los asalariados. Ver Jeremias 4:19

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