(4) Pero, ¿quién de vosotros, teniendo un criado que ara o apacienta ganado, le dirá poco a poco, cuando venga del campo: Ve y siéntate a la mesa?

(4) Al ver que Dios puede reclamar legítimamente para sí mismo tanto a nosotros como a todo lo que es nuestro, no puede estar en deuda con nosotros por nada, aunque trabajemos denodadamente hasta la muerte.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad