(4) Y saliendo él por el camino, vino uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

(4) Dos cosas deben evitarse en gran medida por los que buscan con empeño la vida eterna: la primera es una opinión de sus méritos o merecimientos, que no solo se comprende, sino que se condena por la debida consideración de la ley; y la segunda es la amor a las riquezas, que aparta a muchos de esa carrera en la que corrieron con valentía.

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