(9) Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles del cielo, sino mi Padre solamente.

(9) Es suficiente que sepamos que Dios ha designado un día postrero para restaurar todas las cosas; pero cuando sucederá, se nos oculta a todos por nuestro bien, para que podamos estar más alerta, para que no seamos tomados como aquellos que fueron tomados en el diluvio hace años.

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