Por tanto (1) eres inexcusable, oh hombre, todo aquel que eres el que juzgas; porque en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú, que juzgas, haces las mismas cosas.

(1) Él convence a los que parecen estar exentos del resto de los hombres (porque reprenden las faltas de otros hombres), y dice que ellos son los que menos deben ser excusados, porque si fueran examinados bien y con cuidado (como seguramente Dios hace) ellos mismos serían declarados culpables en aquellas cosas que reprendan y castigan en otros: de modo que al condenar a otros, pronuncian sentencia contra sí mismos.

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