(3) Porque si la (i) verdad de Dios sobreabundó por mi mentira para su gloria; ¿Por qué, sin embargo, también yo soy juzgado como pecador?

(3) Una tercera objeción, que añade algo a la primera: si los pecados resultan para la gloria de Dios, no sólo no deben ser castigados, sino que debemos entregarnos a ellos: y esta blasfemia Pablo, como él lucha para maldecirlo y detestarlo, declara que es un castigo justo contra tales blasfemos.

(i) La verdad y la inmutabilidad.

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