LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS CORINTIOS

OBSERVACIONES GENERALES

La ciudad de Corinto, que formaba parte de Grecia, en la provincia de Acaya, era un lugar de gran opulencia. Y desde su situación en un istmo, o cuello de tierra al mar, se abrió una gran fuente para el comercio y el comercio; y, como es demasiado común, donde se encuentran oportunidades para las indulgencias de la naturaleza corrupta, Corinto fue notable por estar lleno de lujos, orgullo e inmundicia. A este lugar, sin embargo, Dios el Espíritu Santo en su providencia envió a Pablo a predicar el Evangelio; y el Apóstol continuó su labor personal en él durante unos dos años. Y, como el Señor que envió a Pablo a Corinto, tenía un pueblo allí para recibirlo, así se formó una iglesia durante su morada allí, mientras el Apóstol entraba y salía entre ellos.

Después de su partida, como aparece en ciertas partes aquí y allá en su Epístola, algunas irregularidades se infiltraron entre la gente; que Pablo, como un vigilante ministro de Cristo, se dispuso a reformar. Pero además de esto, Dios el Espíritu Santo tuvo otros puntos de vista, al guiar la mente y la pluma del Apóstol, al dictar esta Epístola. La Iglesia de Dios, en todas las épocas, ha encontrado motivos para bendecir al Espíritu Santo por tan preciosa e invaluable porción de su sagrada palabra.

El interesante relato que el Apóstol ha dado de la institución de la Cena del Señor, de los dones espirituales y de la Resurrección (sin mencionar por el momento otros temas tratados por Pablo en esta epístola), ¡lo hace verdaderamente bendecido!

El tiempo en que el apóstol lo escribió y lo envió a la Iglesia no se conoce con tanta claridad como para determinarlo con precisión exacta. Algunos han supuesto que fue en el primer año del reinado del emperador Nerón, que correspondía al año de nuestro Señor Dios 55. Algunos lo sitúan después. Pero la principal preocupación que tenemos es saber que fue escrito divinamente, bajo la inspiración inmediata de Dios el Espíritu Santo. Y esto lo confirma abundantemente el testimonio de cada día en el corazón del pueblo de Dios, nutrido y refrescado por su contenido lleno de gracia.

No creo que sea necesario detener al lector con más prefacios, sino invitarlo a que venga a verlo. Estoy completamente persuadido de que, si el Escritor de este Comentario del hombre pobre, y el Lector del mismo, son guiados por la mano del Señor, mientras repasan este precioso libro de Dios en la lectura de él, y el mismo Señor Todopoderoso que guió la pluma de Pablo a escribir, guiará bondadosamente nuestros corazones para leer los contenidos sagrados; Como el hombre del que habla el Apóstol en uno de los Capítulos de esta epístola, los secretos de nuestro corazón se manifestarán, mientras atendemos al ministerio de esta palabra, y postrándonos sobre nuestro rostro, adoraremos a Dios, y informa que Dios está en ella de verdad. El Señor (si es su santa voluntad), da esta misericordia por amor al Señor Jesucristo. Amén.

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