El regocijo del príncipe y del pueblo ofrece una viva representación de la felicidad del alma cuando todo va bien entre Dios y nosotros. Si estoy en paz con Dios en Cristo, todo lo demás debe estar en paz conmigo. Porque cuando los caminos del hombre agradan al Señor, aun a sus enemigos hace estar en paz con él. Proverbios 16:7 .

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