REFLEXIONES

¡Lector! Cuán misericordioso fue en nuestro Dios, dar a su Iglesia las señales aquí marcadas, para que todo hijo de Dios supiera; de haber sido engendrado, a la adopción de hijos en Jesucristo. ¡Sí! Bendito Dios, sabemos de quién somos y a quién pertenecemos, por habernos hecho creyentes en Cristo Jesús. ¡Es dulce, es una bendición conocerlo, amarlo y deleitarnos en Él, que vino por agua y sangre, Jesucristo!

¡Gloria a los tres testigos celestiales por su testimonio unido del Hijo de Jesucristo! ¡Señor! Da toda tu gracia redimida para recibir con santo gozo el testimonio que Dios ha dado a su amado Hijo y la vida eterna que hay en él. Y ¡oh! que cada miembro individual de su cuerpo místico, se regocije en Cristo y viva por fe aquí, hasta que llegue a vivir en gloria en el más allá en Jesús, y vida eterna en él.

¡Adiós, amado discípulo! damos gracias a nuestro Dios por su amor por ti, y su empleo hacia ti, y por todo el beneficio que la Iglesia ha obtenido bajo el Espíritu Santo, de ti, en tu ministerio. En breve vendrá Jesús y se llevará a casa su Iglesia, y el Señor entonces será visto, rodeado de sus santos, con toda la Iglesia de Dios redimida y con todos los discípulos a quienes Jesús ha amado.

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